El Intemporal de esta semana del Centro de Documentación de Canarias y América (CEDOCAM) es una bella edición de las “Fábulas de Iriarte”, impresa en Madrid en 1902, que forma parte del Fondo Antiguo del Centro.
Tomás de Iriarte fue un importante y destacado poeta de la Ilustración y el Neoclasicismo nacido en el Puerto de la Cruz (Tenerife), el 18 de septiembre de 1750. Junto con Félix María de Samaniego fue uno de los fabulistas más importantes del siglo XVIII. A los trece años se trasladó a Madrid a vivir con su tío, el académico Juan de Iriarte y esto le permitió obtener una sólida educación. Aunque su reconocimiento como escritor le llegó con la obra satírica “Los literatos en cuaresma” (1773), su mayor popularidad se debió a las “Fábulas literarias” (1782), un conjunto de poemas moralizantes. Rescatamos a continuación una de las fábulas que lleva por título «Los dos tordos»:
Persuadía un tordo abuelo,
lleno de años y de prudencia,
a un tordo, su nietezuelo,
mozo de poca experiencia,
a que acelerando el vuelo,
viniese con preferencia
hacia una poblada viña,
e hiciese allí su rapiña.
«Esa viña ¿donde está
-le preguntó el mozalbete-,
y que fruto es el que da?
«Hoy te espera un gran banquete,
dice el viejo ven acá:
aprende, a vivir pobrete.»
Y no bien lo dijo, cuando
las uvas le fue enseñando.
Al verlas saltó el rapaz:
«¿Y ésta es la fruta alabada
de un pájaro tan sagaz?
¡Qué chica!¡Qué desmedrada!
Ea, vaya, es incapaz
que eso pueda valer nada.
Yo tengo fruta mayor
en una huerta y mejor.»
«veamos dijo el anciano,
aunque sé que más valdrá
de mis uvas solo un grano.»
A la huerta llegan ya,
y el joven exclama ufano:
«¡Qué fruta!¡Qué gorda está!
¿No tiene excelente traza?»
¿Y qué era? Una calabaza.
Que un tordo en aqueste engaño
caiga, no lo dificulto;
pero es mucho más extraño
que hombre tenido por culto
aprecie por el tamaño
los libros y por el bulto.
Grande es, si es buena, una obra;
si es mala, toda ella sobra.